La muerte de Federico Luppi me recuerda que hace tiempo que no veo mi película favorita, “Un lugar en el mundo” de Adolfo Aristarain. He perdido la cuenta de las veces que la he visto, creo que algunos diálogos me los sé de memoria, incluso en una ocasión, una tarde de verano, los traduje en voz alta al inglés para una amiga polaca…era la época del VHS. Durante muchos años, las frases finales, sonaron como un gran interrogante en mi cabeza:

-me gustaría que me dijeras como saber cuál es mi lugar en el mundo? -pregunta la voz en off de Ernesto, el hijo de Mario (Luppi en la película).
– yo todavía no lo tengo, supongo que me voy a dar cuenta cuando esté en un lugar y no me pueda ir, supongo que es así. Ya va a aparecer, todavía tengo tiempo de encontrarlo.

Me emociono profundamente al escribirlas, porque los años de búsqueda de mi lugar en el mundo, se hicieron largos y difíciles. Siempre quería estar en otro lugar distinto del que estaba, anhelando estar allí en lugar de aquí. Pero cuando estaba allí ese “allí” se convertía en “aquí” en poco tiempo…la búsqueda se hizo cansada, tediosa, interminable…buscaba, buscaba y el lugar no aparecía. Hablo en pasado, porque afortunadamente ahora sí que tengo claro cuáles son mis coordenadas y no están relacionadas ni con ciudades ni con países, ese lugar no tiene una ubicación geográfica concreta, ni se puede encontrar con el GPS.
Gracias a Biodanza ese lugar apareció, es un lugar de donde nunca me quiero ir, es un espacio que siento cada vez más habitado y que me resulta más acogedor con el paso de los años.

Mi lugar en el mundo, está dentro de mí.

¿Y tú? ¿Ya has encontrado tu lugar?