Frankenstein

Hace días que Mary Shelley y Manuel Vicent dialogan en mi cabeza. De alguna forma, siento que soy la evolución de la criatura del Dr. Frankenstein, hecha de trozos de otros seres humanos, atravesados por el fluido único del amor como dice la prosa de Vicent, en su novela “Cuerpos sucesivos”.

Mi identidad está formada por los tejidos, los órganos, las vísceras de todos los seres que me han precedido y por las personas que en la actualidad me habitan. Cada parte de mi cuerpo, tiene el nombre de todos mis encuentros y desencuentros ¿Cuántas historias de vida confluyen en mí para ser quién soy? ¿Cuántos caudales conforman el rio de mi existencia? Un río cuya corriente, avanza incansable nutriéndose de todas las vertientes que encuentra a su paso.

¿Cómo puedo ser única, si estoy conformada con todas las pieles de la humanidad? y a la vez, cuanta más elástica es esa piel para incluir otras vidas en mí, más única soy. ¡Que paradójica la identidad! estable y a la vez dinámica.

Como Víctor Frankenstein, el sistema Biodanza nos permite poner vida en nuestros órganos dormidos, en nuestro cuerpo enfermo de civilización a través del encuentro con otros seres vivos. La poética del encuentro humano, es la tormenta eléctrica de una noche de verano, que nos atraviesa y nos despierta del letargo, cada vinculo una descarga que anima la carne inerte y la devuelve a la vida.

Y así, descarga tras descarga, voy teniendo más información sobre mí, el monstruo maravilloso que soy.