Amistades ¿peligrosas?

En las universidades de Utah y Carolina del Norte, EE.UU, han investigado sobre la amistad y según los científicos “la magnitud del impacto sobre la salud de una buena red de amigos es similar a la que se obtiene dejando de fumar”.

Que me perdonen los fumadores, pero yo cambiaría la frase para decir que: “fumar y no tener amigos provocan graves problemas de salud”. La acción de fumar tiene repercusiones directas sobre nuestro organismo y el no tener una red social que nos sostenga atenta también contra nuestra salud emocional.

Por el momento, Biodanza no nos da una pauta para dejar de fumar, pero sí nos invita a rescatar la afectividad como base instintiva que nos lleva a relacionarnos mejor con el entorno donde nos movemos. En una sociedad donde la mayor expresión afectiva de la que somos capaces es poner un corazón en el perfil de las redes sociales de nuestros amigos y conocidos, abrimos una ventanita a danzar la amistad de forma secuencial, a compartir las etapas de cualquier relación humana: dos personas se encuentran y se dan cuenta que tienen muchas cosas en común, salen a caminar y se sienten acompañadas porque tienen los mismos gustos y ven la vida del mismo color; pero puede pasar que surjan los desencuentros, momentos en que los puntos de vista son diferentes; tenemos la oportunidad de arreglar o aceptar las diferencias, construir algo juntos y, con el paso del tiempo, recoger lo que hemos sembrado; después de esta fase ya somos capaces de ponernos uno en los zapatos del otro y sobre todo de dejarnos ir, porque los amigos se quedan en el corazón.

Y así, encuentro tras desencuentro, el corazón se nos va ensanchando y se van creando vínculos, ampliando horizontes, se va saliendo de una red social virtual para crear una red social afectiva real, recuperando así la salud; y teniendo una sensación corporal como la que tendríamos si dejáramos de fumar.