Rescato del baúl de los recuerdos, el título de uno de los primeros vinilos que me compré. Una colección de canciones de Víctor Manuel y Ana Belén, que cuentan historias cotidianas hilvanadas por el hilo de la ternura.
Con la mirada en el pasado, intuyo que el tema de la búsqueda de la ternura como forma de expresión, comenzó ya a una edad temprana sin ser yo muy consciente. En un mundo que grita, corre, empuja y oprime parece un acto heroico el rescatar la ternura como valor esencial en el vínculo humano. La idea de ternura relacionada con la debilidad y la cobardía, ha hecho que su expresión sea un acto de fuerza y de coraje, para las personas que hemos decidido instalar ese filtro de expresión en nuestra vida.
No me puedo resistir a poner aquí, la definición de José María Toro Alé: “La ternura es la suavidad con la que me sale la luz que llevo dentro, una suavidad llena de energía. Una suavidad a la que doy cuerpo en mi mirar, en mi escuchar, en mi actuar y en el silencio que hace de mi ternura la palabra más bella y auténtica que puedo entregar al mundo”.
Con Biodanza he aprendido a reconocer mi luz, y a tener el coraje de, primero expresarla y luego modularla para que se instale en mí, como mi forma de estar y relacionarme con el mundo. Irradiar ternura y dejarme encender por la ternura de lo que me rodea, significa pintar mi existencia con los colores de la empatía, la escucha, el respeto, el cuidado, el afecto…y lo bueno o lo malo de instalar la ternura en el cotidiano, es que ya no hay vuelta atrás, mis relaciones se guían por la vara de medir de la ternura.
Acabo de modificar mi Curriculum Vitae, de profesión: tierna.