La curiosidad no mató al gato

La curiosidad no mató al gato

Por el 08/04/2016 en Blog

Los griegos culpaban a la curiosidad de todos los males del mundo, desde que Pandora abrió la caja; en el refranero popular nos dicen que la curiosidad mató al gato, pero… ¿qué habría sido de la historia de la humanidad sin la curiosidad y sin la posibilidad de vivir aventuras y descubrir cosas nuevas? ¿Cómo sería hoy el mundo si Cristóbal Colón no hubiese puesto en práctica su espíritu curioso?

La curiosidad es un instinto natural en los seres vivos, una función básica de supervivencia y una forma de conocer el mundo que nos rodea. La curiosidad tiene que ver con la capacidad creativa. Pero ¿en qué momento dejamos de ser curiosos?

Como dice Stanly Czurles, director de la educación en arte del New York State College: “Un niño es altamente creativo hasta que empieza a ir a escuela”. La escuela y la familia pueden ser los auténticos enemigos de nuestra creatividad.

¿Podríamos decir entonces que lo que mató al gato es la educación y no la curiosidad?

Entonces se trataría de romper con las estructuras y creencias que tenemos acerca de nuestra creatividad y recuperar esa curiosidad innata de cuando éramos niños. Este trabajo se hace en Biodanza desde la línea de la creatividad. Rolando Toro nos dice que la creatividad es el lenguaje único de expresión de la vivencia. Es en la vivencia donde recuperamos la creatividad existencial y artística.

El sistema Biodanza favorece la expresión de los potenciales creativos y existenciales, y nos recuerda que todos somos seres creativos y que no hay posibilidad de no serlo, puesto que se trata de una función básica de las personas.

Y, dando rienda suelta a mi curiosidad, he ido a investigar de donde proviene la frase del gato, y resulta que viene de una expresión inglesa del siglo XVI, “la preocupación mató al gato” (los gatos son muy cautelosos), que advertía que preocuparse en exceso es malo para la salud. Pero con el tiempo, la palabra preocupación se convirtió en curiosidad.

O sea que ¡lo que finalmente mató al gato fue la preocupación!

 

 

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