Octavio Paz en el discurso de entrega del premio nobel en 1990 habla de su concepción del tiempo diciendo que “durante la infancia la temporalidad se percibe únicamente a través de los sentidos; posteriormente, este tiempo original es reemplazado por el tiempo objetivo marcado por el reloj”. En algún momento somos expulsados del presente dice Paz “es una experiencia que todos hemos sentido alguna vez; algunos la hemos vivido primero como una condena y después transformada en conciencia y acción”.

¿Sois conscientes de en que momento fuisteis expulsados del paraíso del presente?

Yo sí, no sé cuántos años tenía cuando comencé a jugar a darle mas poder a mis pensamientos, que a mis emociones y sensaciones. Una dinámica perversa que me sigue acompañando y que tiene como jugadores a toda la humanidad. Esto último me tranquiliza, saber que esta dentro de la condición humana el estar mas pendientes del pasado y su proyección al futuro, que en el vivir la experiencia presente. Para mejorar nuestro pasado idealizamos el futuro y dejamos que se escape el instante presente ¿Por qué nos cuesta tanto vivir el aquí y ahora?

Desde el existencialismo de Heidegger dice que nacer es morir, es iniciar la caída en ese pozo, el tiempo del calendario, al que somos arrojados desde nuestro tiempo original, primitivo; la implacable vida se reduce a contar lo que tardamos en caer, a contemplar nuestra carrera hacia la muerte.

Se podría decir entonces, que nuestra existencia es una carrera eterna hacia la muerte luchando por volver siempre al paraíso del tiempo original, al presente integrador, al instante único donde soy y existo.

En este punto rescato a Miguel Hernández y su poema de las tres heridas: venimos al mundo con tres heridas la de la vida, la del amor y la de la muerte. Que el poeta me perdone por reescribir sus versos:

Venimos al mundo con dos heridas: la del amor y la del tiempo.