La poesía: el octavo poder
Ayer fue el día internacional de la poesía y cada vez que veo que es el día internacional de algo me conecto con la tristeza de pensar que es algo minoritario… ¿Acaso hay día internacional del futbol? Porque la poesía sigue siendo un arma cargada de futuro, como decía Gabriel Celaya, y digo yo… ¿Por qué no dejamos que sea ya de una vez una herramienta para construir el presente? ¿Existe una forma mejor para conocernos que a través de un poema?
Recurro al maestro Jorge Luis Borges para resolver todos estos interrogantes: él, a su vez, cita a Bradley cuando habla de los efectos de la poesía y dice que al leer un poema debe darnos la impresión de no descubrir algo nuevo, sino de recordar algo olvidado, y es entonces cuando pensamos que lo podríamos haber escrito nosotros perfectamente, quizá porque el poema ya preexistía en nosotros. Esto me lleva a intuir que en cada ser humano existen poemas que forman parte del potencial genético y que afloran a la luz a través de experiencias estéticas (Platón define la poesía como una experiencia estética, la belleza es una sensación física, algo que impregna todo el cuerpo, la belleza se siente, no se piensa).
Y llegados a este punto es imposible que se nos pase por alto la similitud entre el “modus operandi” de la poesía y el del sistema Biodanza. No en vano la poesía produce emociones que nos mueven y nos conmueven, igual que cuando escuchamos una música en una sesión de Biodanza. Esto último me lleva a pensar en otra definición platónica de poesía: esa cosa liviana, alada y sagrada, como una forma de música.
Podría entonces perfectamente considerar a la poesía como el octavo poder transformador de Biodanza junto con los ya sabidos: la danza, la metodología vivencial, la caricia, la música, el trance y la regresión, la expansión de conciencia y el grupo.
Dejémonos tocar, pues, por esa música sutil que provoca terremotos internos y nos desata el corazón amordazado por el silencio. ¡Dancemos la vida con la música cadenciosa de los versos de nuestra existencia!
