Elección

Elección

Por el 26/03/2019 en Blog

“Si tuviera que elegir entre el dolor y la nada, elegiría el dolor”

William Faulkner escribe esta frase, para uno de sus personajes de la novela Las palmeras salvajes.

No se puede escribir de una forma más clara y contundente la necesidad de reconocimiento en el ser humano.

Aristóteles nos recuerda que “somos seres sociales”.

Maslow en su pirámide de jerarquización de las necesidades humanas establece que, una vez cubiertas las necesidades básicas, en el cuarto nivel está la necesidad de reconocimiento propio y de los demás.

Reconocer a una persona es tenerla en cuenta, considerarla visible y audible, aceptar su derecho a “ser” y “estar”, no sólo a “hacer”. No se trata, inicialmente, de valorar su conducta sino de constatar y aceptar su presencia.” (Ares Parra, 2013).

Desde nuestra primera respiración hasta la última, buscamos el reconocimiento que nos hace ocupar nuestro lugar en el mundo.

Por imperativo biológico necesitamos ser vistos y reconocidos por los demás.

En la película Avatar, el saludo de los miembros de los clanes Na’ vi es “te veo”, te reconozco, te doy el espacio y la importancia que tienes como ser humano.

En Sudáfrica algunas tribus del norte utilizan el saludo  “Sawu bona” que significa “te veo”, a lo cual la otra persona responde “sikkhona”  “estoy aquí”. Ante un saludo de reconocimiento, aceptación, la respuesta es de reafirmación de mi identidad a partir del vínculo con el otro.

Esa forma de comunicación reconoce, crea vínculo y comunidad. Y es aquí donde cobra fuerza la definición de Amor de Humberto Maturana, el amor existe como emoción cuando veo al otro y respeto su espacio de existencia. A partir de esta afirmación, lo contrario de amor no sería odio, sería indiferencia.

La mayor parte del sufrimiento de los seres humanos llega cuando somos ignorados.

Y es en ese momento, cuando preferimos el dolor del ser a la nada de la indiferencia.

 

 

    2 Comentario

  1. Me encanta este post, me reconozco en esta necesidad vital, más en los últimos tiempos…En los que todas queremos expandirnos tanto y ser visibles, que a veces nos cuesta tanto…
    Mi madre siempre decía, “No hay mayor desprecio que no hacer aprecio” Y es así, como bien dices lo contrario al amor no es el odio sino la indiferencia.
    Ser reconocida para mí es sentir que me dan el lugar además de ocuparlo…Es un gesto que retroalimenta y respeta quien soy, quien eres.
    Sería maravilloso crecer en un espacio convivencial en el que la biología sea vivida como un espacio amoroso, y como tal, en el encanto de VER…ESCUCHAR…TOCAR…RECONOCER

    Belén Zarralanga

    27 marzo, 2019

    • Que bien suena lo que dices Belén!
      Poder crecer en un espacio de reconocimiento y apoyo desde el instinto amoroso.
      Seguimos trabajando para ello.
      Te veo y te abrazo.
      Lola

      Lola Hernando

      28 marzo, 2019

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