El año pasado la comunidad científica reconoció el trabajo de un investigador japonés, Yoshinori Ohsumi con el premio Nobel de medicina, por el descubrimiento de los mecanismos del sistema de reciclaje del organismo: la autofagia. El término se deriva de las raíces griegas auto – uno mismo; phagos – comer, y hace referencia a la capacidad que tiene las células de nuestro organismo para destruir sus propios contenidos residuales.

En este “comerse a sí misma” la célula elimina sus desechos y genera nuevos contenidos para garantizar su supervivencia. En estudios posteriores se descubrió, que cuando este proceso bioquímico de reciclaje se altera o falla, puede dar lugar a enfermedades de tipo neurodegenerativo.

Parece, que una vez más nuestro cuerpo nos da pistas de cómo actuar para la preservar la vida, aunque no estoy segura de que esa información que nos viene desde dentro, llegue a nuestra conciencia. Me aterra pensar que los habitantes del planeta Tierra, somos incapaces de reproducir mecanismos externos de reciclaje, similares a los que ocurren continuamente en nuestro cuerpo de manera natural.

¿Si nuestras células reciclan, porque nosotros no? Esto es lo que pienso cada vez que paseo por la playa y me encuentro con colillas de tabaco en la arena o cuando me baño y una botella de plástico me saluda desde el agua. La persona que me ha dejado esos regalos, le deja un legado al planeta que tardará en eliminarse entre 1 y 5 años en el caso de la colilla y una media de 450 años la botella de plástico, ¡muchas gracias por el obsequio que podré legar a futuras generaciones!

Aunque la situación en cuanto al reciclaje y la gestión de residuos en el planeta es alarmante, hay acciones que nos dan esperanza, por citar algunas: en la ciudad de San Francisco desde 2014 se ha prohibido la venta de botellas de plástico de menos de 0,6 litros para evitar así la venta de botellas individuales. También en España, desde 2016 y por ley, es obligatorio el cobro de las bolsas de plástico en los establecimientos, ¡menos mal! porque en los últimos años, España estaba a la cabeza de Europa, en el consumo de bolsas de plástico por persona y año: 133 concretamente.

En fin, se me acaba el espacio y aumenta la indignación, por lo que solo me queda decir:

¡Cómete a ti mismo, para no acabar con el planeta!